La combinación de la masa crujiente, el relleno de manzana y el bizcocho nube de yogur es absolutamente maravillosa.
La idea la vi en el perfil de @bakerstreet. Cuando la publicó me quedé absolutamente maravillada así que fui directamente a su blog para ver todo el procedimiento.
No obstante, a la hora de elaborarla, sólo he seguido parte de su receta, concretamente la parte del bizcocho de yogur. Para la masa utilicé la que suelo hacer en casa y para el relleno hice el relleno que le hago al strudel de manzana. En cualquier caso, si quieren ver su receta original les dejo el enlace a su blog para que la puedan ver.
Los ingredientes que usé fueron: (Para un molde de 26 cm)Para la base:
- 300 gr. de harina.
- 150 gr. de mantequilla fría.
- 50 gr. de azúcar glass.
- 5 gr. de levadura química.
- Una pizca de sal.
- Unas cinco cucharadas de agua fría.
- Tres manzanas (Yo uso las tipo Golden).
- 25 gr. de mantequilla.
- Tres cucharadas de azúcar moreno.
- Una cucharada de postre de canela.
- Un puñado de nueces ligeramente troceadas con las manos.
- Un puñado de pasas sultanas.
- 500 gr. de yogur griego.
- 50 gr. de maicena.
- Un chorrito de vainilla.
- Cuatro claras de huevo a temperatura ambiente.
- 130 gr. de azúcar.
- Dos cucharaditas de levadura.
- Una pizca de sal.
Ponemos una sartén a fuego medio bajo y echamos la mantequilla.
Mientras se va derritiendo, pelamos las manzanas y las cortamos en trozos pequeños.
Las añadimos a la sartén junto con el azúcar, la canela, las nueces y las pasas. Mezclamos bien.
Dejamos cocinar hasta que la fruta esté cocinada, removiendo de vez en cuando. Apartamos y dejamos enfriar por completo.
Ahora preparamos la base. Ponemos en un bol la harina con el azúcar, la levadura, la pizca de sal y la mantequilla cortada a trozos pequeños. Trabajamos la masa hasta que nos quede una mezcla con aspecto de arena mojada.
Llegados a este punto, añadimos el agua fría y seguimos mezclando lo justo hasta que consigamos formar una bola con la masa.
Colocamos la masa entre dos papeles de horno y la estiramos con un grosor de unos 4-5 mm. Debemos lograr un área superior al molde que vamos a utilizar.
Retiramos el papel de arriba y, ayudándonos con el de abajo, trasladamos la masa al molde (previamente engrasado y enharinado para que no se nos pegue).
Retiramos con cuidado el papel y acomodamos la masa en el molde. Lo haremos sin estirar la masa, sólo colocándola en el molde y presionando.
Pinchamos toda la base con un tenedor y la metemos en la nevera hasta que la vayamos a utilizar.
El resto de la masa lo volvemos a estirar y lo llevamos a la nevera también.
Para hacer el bizcocho ponemos en un bol el yogur con la vainilla, la maicena, la levadura y la pizca de sal y removemos todo bien con varillas manuales hasta que no tengamos grumos.
En otro bol vertemos las claras y las empezamos a batir a velocidad media hasta que empiecen a espumar. Cuando ya espumen, vamos añadiendo el azúcar cucharada a cucharada sin dejar de batir.
Subimos la velocidad y seguimos batiendo hasta que tengamos un merengue firme.
Vamos añadiendo las claras, de dos o tres veces, a la mezcla de yogur y las vamos integrando con movimientos envolventes.
Ya con las tres preparaciones, vamos con el montaje de la tarta.
Mientras se va derritiendo, pelamos las manzanas y las cortamos en trozos pequeños.
Las añadimos a la sartén junto con el azúcar, la canela, las nueces y las pasas. Mezclamos bien.
Dejamos cocinar hasta que la fruta esté cocinada, removiendo de vez en cuando. Apartamos y dejamos enfriar por completo.
Ahora preparamos la base. Ponemos en un bol la harina con el azúcar, la levadura, la pizca de sal y la mantequilla cortada a trozos pequeños. Trabajamos la masa hasta que nos quede una mezcla con aspecto de arena mojada.
Llegados a este punto, añadimos el agua fría y seguimos mezclando lo justo hasta que consigamos formar una bola con la masa.
Colocamos la masa entre dos papeles de horno y la estiramos con un grosor de unos 4-5 mm. Debemos lograr un área superior al molde que vamos a utilizar.
Retiramos el papel de arriba y, ayudándonos con el de abajo, trasladamos la masa al molde (previamente engrasado y enharinado para que no se nos pegue).
Retiramos con cuidado el papel y acomodamos la masa en el molde. Lo haremos sin estirar la masa, sólo colocándola en el molde y presionando.
Pinchamos toda la base con un tenedor y la metemos en la nevera hasta que la vayamos a utilizar.
El resto de la masa lo volvemos a estirar y lo llevamos a la nevera también.
Para hacer el bizcocho ponemos en un bol el yogur con la vainilla, la maicena, la levadura y la pizca de sal y removemos todo bien con varillas manuales hasta que no tengamos grumos.
En otro bol vertemos las claras y las empezamos a batir a velocidad media hasta que empiecen a espumar. Cuando ya espumen, vamos añadiendo el azúcar cucharada a cucharada sin dejar de batir.
Subimos la velocidad y seguimos batiendo hasta que tengamos un merengue firme.
Vamos añadiendo las claras, de dos o tres veces, a la mezcla de yogur y las vamos integrando con movimientos envolventes.
Ya con las tres preparaciones, vamos con el montaje de la tarta.
Primero sacamos la masa reservada de la nevera y cortamos formas de hojas y flores. Volvemos a meterlas en la nevera.
Ponemos el horno a calentar a 170º.
Ponemos el horno a calentar a 170º.
Sacamos el molde de la nevera y repartimos la mezcla de manzana sobre la base.
Luego vertemos la mezcla del bizcocho y la alisamos bien.
Por últimos colocamos a nuestro gusto las formas que habíamos cortado con la masa restante.
Llevamos al horno y cocinamos por 50 minutos. Apagamos el horno y dejamos dentro, con el horno cerrado 15 minutos más. Luego sacamos la tarta y la dejemos enfriar por completo sobre una rejilla antes de comerla.
Cuando ya esté fría le podemos espolvorear un poco de azúcar glass, pero muy poco, como si fuera un velo.
Miren de cerca lo bonita que luce.
Y así de maravillosa se ve al cortarla.
Se ven perfectamente las distintas texturas de la tarta.
Por últimos colocamos a nuestro gusto las formas que habíamos cortado con la masa restante.
Llevamos al horno y cocinamos por 50 minutos. Apagamos el horno y dejamos dentro, con el horno cerrado 15 minutos más. Luego sacamos la tarta y la dejemos enfriar por completo sobre una rejilla antes de comerla.
Cuando ya esté fría le podemos espolvorear un poco de azúcar glass, pero muy poco, como si fuera un velo.
Miren de cerca lo bonita que luce.
Y así de maravillosa se ve al cortarla.
Se ven perfectamente las distintas texturas de la tarta.
Una tarta preciosa para la vista y deliciosa para el paladar.