Para mí, una de las cosas más gratificantes en la cocina es hacer pan. Siempre me ha alucinado como prácticamente con harina y agua se consigue hacer una alimento tan reconfortante como el pan. Ese olor que desprende la masa mientras fermenta y el olor que se queda en la casa en el horneado me parece increíble. Y ya no les digo la satisfacción de comerse un trozo de pan recién salido del horno untado con un poco de mantequilla. ¡Sublime!
En esta ocasión he utilizado mitad de harina de fuerza y mitad de harina integral. El resultado, como se aprecia en las fotos, son unos panecillos increíbles, para preparar unos bocatitas o para mojar en una buena salsa.
Los ingredientes que usé fueron:
Echamos en un bol las harinas y la sal y removemos. Abrimos un hueco en el centro.
Vertemos la mezcla de agua con levadura y el aceite.
Vamos amasando hasta unir los ingredientes. Luego sacamos la masa del bol y la ponemos en la encimera, donde habremos espolvoreado un poco de harina.
Vamos amasando hasta que consigamos una bola de masa lisa y brillante.
Untamos un bol con un poquuito de aceite y colocamos nuestra bola de masa.
Dejamos reposar, cubierto con un trapo, hasta que doble su tamaño. Tardará de una hora y media a dos horas, dependiendo de la temperatura del momento.
Sacamos la masa del bol y amasamos un poco sobre la encimera, espolvoreada con harina.
Dividimos la masa en ocho porciones y les vamos dando forma a los panecillos.
Los vamos colocando sobre una bandeja de horno, con papel.
Cubrimos con un trapo y dejamos que vuelvan a levar. Ahora nos bastará con 45 minutos o una hora.
Cuando falten unos 15 minutos ponemos a calentar el horno a 190º. Dentro del horno, en la base, colocamos un cacharro con agua para que nos haga humedad.
Hacemos un corte en la parte superior de los panecillos y los pintamos con agua, ayudados de un pincel de silicona.
Horneamos nuestros panes durante unos 30 minutos, dependiendo de si te gustan más o menos tostados.
Para saber si están cocinados, al golpearlos en la base debe sonar hueco.
Pasamos a una rejilla y dejamos templar.
Ya tenemos nuestros ricos panecillos preparados para disfrutarlos.
Miren el interior que rica miga tienen.
Además congelan muy bien. Una vez fríos los podemos meter en el congelador dentro de una bolsa cerrada. Para usarlos, los sacamos como una hora antes de comerlos y los dejamos descongelar a temperatura ambiente.
Aunque para mi gusto, lo mejor es comerlos calentitos.
En esta ocasión he utilizado mitad de harina de fuerza y mitad de harina integral. El resultado, como se aprecia en las fotos, son unos panecillos increíbles, para preparar unos bocatitas o para mojar en una buena salsa.
Los ingredientes que usé fueron:
- 250 ml. de agua templada.
- 50 ml. de aceite de oliva virgen.
- Una cucharadita de sal (de las de café).
- Una cucharadita de azúcar.
- 200 gr. de harina de fuerza.
- 200 gr. de harina integral.
- 15 gr. de levadura de panadería fresca.
Echamos en un bol las harinas y la sal y removemos. Abrimos un hueco en el centro.
Vertemos la mezcla de agua con levadura y el aceite.
Vamos amasando hasta unir los ingredientes. Luego sacamos la masa del bol y la ponemos en la encimera, donde habremos espolvoreado un poco de harina.
Vamos amasando hasta que consigamos una bola de masa lisa y brillante.
Untamos un bol con un poquuito de aceite y colocamos nuestra bola de masa.
Dejamos reposar, cubierto con un trapo, hasta que doble su tamaño. Tardará de una hora y media a dos horas, dependiendo de la temperatura del momento.
Sacamos la masa del bol y amasamos un poco sobre la encimera, espolvoreada con harina.
Dividimos la masa en ocho porciones y les vamos dando forma a los panecillos.
Los vamos colocando sobre una bandeja de horno, con papel.
Cubrimos con un trapo y dejamos que vuelvan a levar. Ahora nos bastará con 45 minutos o una hora.
Cuando falten unos 15 minutos ponemos a calentar el horno a 190º. Dentro del horno, en la base, colocamos un cacharro con agua para que nos haga humedad.
Hacemos un corte en la parte superior de los panecillos y los pintamos con agua, ayudados de un pincel de silicona.
Horneamos nuestros panes durante unos 30 minutos, dependiendo de si te gustan más o menos tostados.
Para saber si están cocinados, al golpearlos en la base debe sonar hueco.
Pasamos a una rejilla y dejamos templar.
Ya tenemos nuestros ricos panecillos preparados para disfrutarlos.
Miren el interior que rica miga tienen.
Además congelan muy bien. Una vez fríos los podemos meter en el congelador dentro de una bolsa cerrada. Para usarlos, los sacamos como una hora antes de comerlos y los dejamos descongelar a temperatura ambiente.
Aunque para mi gusto, lo mejor es comerlos calentitos.