Sin ninguna duda, para mí, de entre todas las tartas que tengo en el blog, una de mis favoritas es la tarta de calabaza. Tiene una jugosidad increíble. La única pega que le pongo es que hay que hacer el puré de calabaza, cociéndola primero y dejándola luego que escurra todo el agua que suelta.
Quería probar a hacer un queque con calabaza también, pero en este caso, con la calabaza cruda y el resultado ha sido excepcional.
Ya la he hecho unas cuantas veces. Esta que les muestro hoy no lleva nueces, pero en otras que he hecho posteriormente las he añadido y aún queda más rica.
Los ingredientes que usé fueron:
Empezamos quitando la piel a la calabaza y la cortamos en trozos pequeños.
Ponemos la calabaza en la picadora y la trituramos bien.
En un bol amplio ponemos los huevos y los dos tipos de azúcar.
Batimos hasta que espumen bien.
Añadimos el aceite y el zumo de naranja y seguimos batiendo a velocidad baja.
Echamos el harina, la sal, la levadura, la canela, el jengibre, la nuez moscada y el clavo pasándolo todo por un colador.
Removemos hasta que se integre todo bien.
Incorporamos la calabaza picada y mezclamos hasta que quede bien integrado. Si añadimos nueces, lo hacemos junto con la calabaza.
Engrasamos el molde donde vayamos a cocinar el queque.
Vertemos la mezcla en el molde y lo llevamos al horno, sobre la rejilla, a media altura.
Cocinamos durante 45-50 minutos, hasta que al pincharlo con un palo de brocheta éste salga limpio.
Lo sacamos y lo dejamos enfriar quince minutos sobre una rejilla.
Lo desmoldamos dándole la vuelta y lo dejamos que se enfríe completamente.
Una vez que esté completamente frío, preparamos la glasa.
Para ello ponemos el azúcar y la canela en un bol.
Vamos añadiendo el agua poco a poco y removiendo, hasta que consigamos una textura densa.
Vertemos el glaseado sobre el queque. Yo pongo un papel de horno debajo para no manchar demasiado y además el glaseado que cae lo recojo y lo vuelvo a verter.
Dejamos que se seque el glaseado y lo tenemos listo para disfrutarlo.
Al día siguiente está incluso más bueno porque se acentúan los sabores de las especias.
Y aquí la foto del corte, donde se aprecia lo jugoso que queda.
Es un queque que no tienen que dejar de probar.
Quería probar a hacer un queque con calabaza también, pero en este caso, con la calabaza cruda y el resultado ha sido excepcional.
Ya la he hecho unas cuantas veces. Esta que les muestro hoy no lleva nueces, pero en otras que he hecho posteriormente las he añadido y aún queda más rica.
Los ingredientes que usé fueron:
- 400 gr. de calabaza.
- Cinco huevos talla L a temperatura ambiente.
- 100 ml. de aceite de girasol.
- 150 gr. de azúcar moreno.
- 75 gr. de azúcar blanco.
- 100 ml. de zumo de naranja.
- 300 gr. de harina simple.
- Media cucharadita de sal.
- Dos cucharaditas de levadura.
- Una cucharadita de canela.
- Media cucharadita de jengibre molido.
- Media cucharadita de nuez mozcada.
- Una puntita de clavo molido.
- Dos puñados de nueces, rotas un poco con las manos (opcional).
- Seis cucharadas de azúcar glass.
- Un poco de canela.
- Dos o tres cucharadas de agua.
Empezamos quitando la piel a la calabaza y la cortamos en trozos pequeños.
Ponemos la calabaza en la picadora y la trituramos bien.
En un bol amplio ponemos los huevos y los dos tipos de azúcar.
Batimos hasta que espumen bien.
Añadimos el aceite y el zumo de naranja y seguimos batiendo a velocidad baja.
Echamos el harina, la sal, la levadura, la canela, el jengibre, la nuez moscada y el clavo pasándolo todo por un colador.
Removemos hasta que se integre todo bien.
Incorporamos la calabaza picada y mezclamos hasta que quede bien integrado. Si añadimos nueces, lo hacemos junto con la calabaza.
Engrasamos el molde donde vayamos a cocinar el queque.
Vertemos la mezcla en el molde y lo llevamos al horno, sobre la rejilla, a media altura.
Cocinamos durante 45-50 minutos, hasta que al pincharlo con un palo de brocheta éste salga limpio.
Lo sacamos y lo dejamos enfriar quince minutos sobre una rejilla.
Lo desmoldamos dándole la vuelta y lo dejamos que se enfríe completamente.
Una vez que esté completamente frío, preparamos la glasa.
Para ello ponemos el azúcar y la canela en un bol.
Vamos añadiendo el agua poco a poco y removiendo, hasta que consigamos una textura densa.
Vertemos el glaseado sobre el queque. Yo pongo un papel de horno debajo para no manchar demasiado y además el glaseado que cae lo recojo y lo vuelvo a verter.
Dejamos que se seque el glaseado y lo tenemos listo para disfrutarlo.
Al día siguiente está incluso más bueno porque se acentúan los sabores de las especias.
Y aquí la foto del corte, donde se aprecia lo jugoso que queda.
Es un queque que no tienen que dejar de probar.