Este helado de hoy lo han podido probar ya unas cuantas personas. En menos de un mes lo he hecho cuatro veces para llevarlo a distintos sitios y todo el que lo prueba queda encantado con él. Además hay unos cuantos que me tienen loca pidiéndome la receta, así que aquí la tienen.
Para hacerlo me basé en la receta del Helado de vainilla en tres pasos que hice por primera vez hace dos años.
Por lo que he podido averiguar, al llevar leche condensada la mezcla no cristaliza, por lo que queda muy cremoso sin necesidad de utilizar heladera ni estar removiendo cada cierto tiempo.
Lo único que hice fue añadir unos cuantos ingredientes más y ha salido un helado increíblemente rico. Eso sí, ya les advierto que es un vicio absoluto y que si se animan a hacerlo no van a parar hasta acabar con él.
Los ingredientes que usé fueron: (Sale poco más de un litro y medio de helado).
Batimos con el brazo de la batidora (con las cuchillas) hasta que veamos que no hay grumos de queso.
Volcamos la nata sobre el bol de la leche y el queso.
Vamos mezclando con una espátula de silicona, trabajando desde abajo hacia arriba y con movimientos envolventes hasta que tengamos todo bien integrado.
Cubrimos con papel film y lo dejamos en el congelador unas dos horas o tres, sin que se llegue a congelar del todo.
Pasado ese tiempo, troceamos las galletas con las manos en trozos no demasiado grandes.
Las incorporamos al bol del helado junto con la mermelada de arándanos.
Removemos para que se reparta todo bien.
Lo llevamos nuevamente al congelador unas tres horas más, hasta que se congele.
En mi caso, yo pongo la mezcla en un molde desechable de aluminio de litro y medio que traen tapa. Resulta muy cómodo para almacenar en el congelador y para transportar, si fuera el caso.
A la hora de servirlo, recomiendo sacarlo unos 20 ó 30 minutos antes del congelador para que nos sea más fácil servirlo.
Una auténtica golosina para refrescarnos en verano.
Para hacerlo me basé en la receta del Helado de vainilla en tres pasos que hice por primera vez hace dos años.
Por lo que he podido averiguar, al llevar leche condensada la mezcla no cristaliza, por lo que queda muy cremoso sin necesidad de utilizar heladera ni estar removiendo cada cierto tiempo.
Lo único que hice fue añadir unos cuantos ingredientes más y ha salido un helado increíblemente rico. Eso sí, ya les advierto que es un vicio absoluto y que si se animan a hacerlo no van a parar hasta acabar con él.
Los ingredientes que usé fueron: (Sale poco más de un litro y medio de helado).
- 500 ml. de nata para montar muy fría.
- Una lata de leche condensada (de las pequeñas).
- Una tarrina de queso de untar (300 gr.)
- Una cucharada de vainilla líquida.
- Cinco galletas tipo digestive.
- Dos cucharadas bien generosas de mermelada de arándanos.
La montamos con varillas eléctricas hasta que esté bien firme.
En otro bol ponemos la leche condensada y el queso.Batimos con el brazo de la batidora (con las cuchillas) hasta que veamos que no hay grumos de queso.
Volcamos la nata sobre el bol de la leche y el queso.
Vamos mezclando con una espátula de silicona, trabajando desde abajo hacia arriba y con movimientos envolventes hasta que tengamos todo bien integrado.
Cubrimos con papel film y lo dejamos en el congelador unas dos horas o tres, sin que se llegue a congelar del todo.
Pasado ese tiempo, troceamos las galletas con las manos en trozos no demasiado grandes.
Las incorporamos al bol del helado junto con la mermelada de arándanos.
Removemos para que se reparta todo bien.
Lo llevamos nuevamente al congelador unas tres horas más, hasta que se congele.
En mi caso, yo pongo la mezcla en un molde desechable de aluminio de litro y medio que traen tapa. Resulta muy cómodo para almacenar en el congelador y para transportar, si fuera el caso.
A la hora de servirlo, recomiendo sacarlo unos 20 ó 30 minutos antes del congelador para que nos sea más fácil servirlo.
Una auténtica golosina para refrescarnos en verano.