Me regalaron una bolsita con unos cuantos albaricoques y, aunque al principio tenía pensado preparar una mermelada con ellos, finalmente me decidí por preparar una tarta.
Me fui a la nevera y, con los ingredientes que allí "encontré" salió esta tartita tan rica.
No es una tarta excesivamente dulce, pero me gustó mucho el contraste del dulce del relleno con el puntito de acidez que le daba los albaricoques.
Los ingredientes que usé fueron:
Para la base:
Mezclamos y amasamos hasta que podamos formar una bola con la masa (no hay que amasarla demasiado).
Envolvemos la masa en papel film y la dejamos reposar en la nevera al menos una hora.
Precalentamos el horno a 170º.
Ponemos la masa entre dos papeles de horno y la estiramos con el rodillo, del tamaño suficiente para cubrir el molde que vamos a utilizar.
Retiramos el papel de arriba y, ayudándonos con el otro, colocamos la masa en un molde de tartas.
La pegamos al molde presionando con los dedos y, apoyando el rodillo en los bordes, quitamos el excedente. (Es importante no estirar la masa en el molde, sino ponerla presionando)
Cubrimos con papel de horno y echamos unos garbanzos secos para que sirvan de peso.
Horneamos diez minutos. Retiramos el papel y los garbanzos y horneamos cinco minutos más.
Dejamos enfriar.
Mientras lavamos los albaricoques, los abrimos por la mitad y les retiramos la pipa.
Ponemos todos los ingredientes del relleno, menos los albaricoques, en un bol.
Los batimos bien con el brazo de la batidora.
Volcamos la mezcla sobre la tartaleta preparada.
Colocamos los albaricoques por toda la superficie, con la parte de la pipa hacia abajo.
Metemos en el horno y dejamos que se haga durante unos 45-50 minutos, hasta que al pincharla con una brocheta ésta salga limpia.
La dejamos enfriar y la ponemos en la nevera hasta la hora de servirla, en mi caso, hasta el día siguiente.
Sólo nos queda desmoldarla y servirla.
Y este es el corte de la tarta que, aunque no es espectacular, les aseguro que está riquísima.
Una dulce y buena manera de aprovechar la temporada de albaricoques, ¿no les parece?
Me fui a la nevera y, con los ingredientes que allí "encontré" salió esta tartita tan rica.
No es una tarta excesivamente dulce, pero me gustó mucho el contraste del dulce del relleno con el puntito de acidez que le daba los albaricoques.
Los ingredientes que usé fueron:
Para la base:
- 250 gr.de harina de repostería.
- 125 gr. de mantequilla bien fría.
- 50 gr. de azúcar.
- Un huevo (usé talla L)
- Una cucharadita de especias Speculoos (este ingrediente es opcional, también se le puede poner canela molida).
- Albaricoques (los suficientes para cubrir la tarta).
- 200 gr. de requesón.
- 200 ml. de nata para montar.
- 200 gr. de queso Philadelphia (usé light).
- Tres huevos talla L.
- 150 gr. de azúcar.
Mezclamos y amasamos hasta que podamos formar una bola con la masa (no hay que amasarla demasiado).
Envolvemos la masa en papel film y la dejamos reposar en la nevera al menos una hora.
Precalentamos el horno a 170º.
Ponemos la masa entre dos papeles de horno y la estiramos con el rodillo, del tamaño suficiente para cubrir el molde que vamos a utilizar.
Retiramos el papel de arriba y, ayudándonos con el otro, colocamos la masa en un molde de tartas.
La pegamos al molde presionando con los dedos y, apoyando el rodillo en los bordes, quitamos el excedente. (Es importante no estirar la masa en el molde, sino ponerla presionando)
Cubrimos con papel de horno y echamos unos garbanzos secos para que sirvan de peso.
Horneamos diez minutos. Retiramos el papel y los garbanzos y horneamos cinco minutos más.
Dejamos enfriar.
Mientras lavamos los albaricoques, los abrimos por la mitad y les retiramos la pipa.
Ponemos todos los ingredientes del relleno, menos los albaricoques, en un bol.
Los batimos bien con el brazo de la batidora.
Volcamos la mezcla sobre la tartaleta preparada.
Colocamos los albaricoques por toda la superficie, con la parte de la pipa hacia abajo.
Metemos en el horno y dejamos que se haga durante unos 45-50 minutos, hasta que al pincharla con una brocheta ésta salga limpia.
La dejamos enfriar y la ponemos en la nevera hasta la hora de servirla, en mi caso, hasta el día siguiente.
Sólo nos queda desmoldarla y servirla.
Y este es el corte de la tarta que, aunque no es espectacular, les aseguro que está riquísima.
Una dulce y buena manera de aprovechar la temporada de albaricoques, ¿no les parece?